Como ya alguna vez alguien dijo: Siempre que se hace una historia, se habla de un viejo, de un niño o de sí; es está una historia simple, es de dos seres de planetas distinto: del planeta Venus y de Mercurio, planetas de esta galaxia, donde todos los seres eran de todos y todos eran para sí.
Él, hermoso venusino que iluminaba césped, asfalto y nubes al paso.
Demasiado alto para algunos.
Demasiado pequeño para otras especies.
Él subía o baja de nubes y polvo como trigo ensombrecido por el viento.
Siempre sonriendo al horizonte, siempre una mueca de resplandor solar, siempre un cielo que le invita a seguir mirando. Sonriendo siempre, el sol se enmudece en su presencia y agita sus brazos para pintarle la piel de bronce esmaltado.
Venusino que aparece lejano y susurrante, de vez en vez una mirada furtiva al universo lo hace presente pero se disuelve casi inmediatamente para salir al paso de la mañana somnolienta de rocío y bruma.
Venusino que se tambalea con dientes y piernas alrededor de la hoguera de palabras.
Venusino que no existe hasta que….
En la madrugada de Mercurio, hecho oscuridad, hecho silencio, se escurre en la penumbra para llegar a sus brazos tibios. Mercurio quien habita ferviente en morfeo eterno sin saber que afuera, en la velación, se explica una tremenda estrategia de amor que se confabula en su contra.
Ya no hubo tiempo para defenderse, ya no hubo escape. Mercurio simplemente se deposita inerte y lejano en los brazos del más alevoso de los Venusinos. ¡Ignorante, que ha venido a derrumbar murallas y saltar abismos para robar el corazón de Mercurio!, ¡Ignorante que no sabe que afrenta severamente a lo apolíneo de esta noble comarca!
Y fue así que la carne se hizo palabra. La palabra se hizo acción. Acción incendiaria que convierte en carne la materia inerte. Carne que se evapora en besos, caricias y tortura. Manos que des-dibujan el contorno del cielo al ras de piel marrón.
Hombre Venusino que penetra el abismo, desojando magnolias sonrojadas.
Hombre Venusino que embiste la cueva de lo eterno, del porvenir, la cueva, fuente de la vida.
Hombre Venusino que derrumba en cadencioso himeneo el dolor sagrado transformándolo en fino placer.
Hombre Venusino que todo lo pudo.
Hombre Venusino expulsa de la carne el amargo sonido del sin-amor.
Hombre Venusino que todo lo pudo.
Hombre que dibuja con rasguños y puños la sonrisa que conducirá la siguiente década.
Hombre Venusino que roba.
Hombre Venusino que toma sin pensar.
Hombre Venusino que no regresa.
Hombre Venusino que no sabe que lo que hace lo hace bien.
Hombre Venusino que ríe en soledad.
Hombre Venusino que dialoga en soledad.
Hombre Venusino que le falta un gramo para ser dios.
Ese venusino sembró en su pecho un veneno-amor que lo consume todo.
Esta historia se entorpece en este retrato de palabras. En esta carta abierta. Porque no sé cómo decir que el Hombre Venusino nunca estuvo. El Hombre Venusino es promesa de sí mismo. Sin embargo, Venusino es culpable de robó y la usurpación a la estancia de tristeza de Mercurio, todo ello en tierra extranjera, es quien ha inventado para la opacidad y el desencanto, luz y esperanza.
Mujer Mercurio que llora. Mercurio llora. Mujer que ya no es de sí. Mercurio abre los brazos y es el viento quien lo arropa. Aquí, de este lado de la galaxia la sombra es más ancha, tan ancha como la incertidumbre en tiempos de guerra. Tan ancha como la culpa en tiempos de dios cristiano. De este lado de la galaxia se piensa en todo aquello que se perdió, se piensa en todo aquello que no aparece, que es traslúcido, que es promesa de amor, pero que no es y que todavía se derrama por fuera de la cama, se piensa en aquello que ya no existe y que suplió con mar salado de sombras y relámpagos.
Mercurio es sin techo. Mercurio muere lentamente sin refugio, ya no sabe en qué planeta recogerá pedazos de magnolia sangrante, magnolia que se extravió en cama de tierra y nubes, cama que nunca termino de calentarse. Sus respuestas esperan a un diciembre que lentamente se visualiza en un futuro lejanísimo…
Mercurio transitará por la vida como lo venía haciendo, empezando cada frase con potente enunciación por la vida. Verá construir el porvenir de su nación y sabrá que a fin de cuenta su amor no molesta a nadie. Mercurio sabe que la respuesta está suspendida en el tránsito de la galaxia y no tiene nave que la lleve hasta allá. ¡Ocurrencia la suya agotar el combustible de la Nave en este aterrizaje!
Venus más abajo surca el sol y viaja a pecho luz hacia ella. Mercurio en tránsito suspende el tiempo para esperarlo entre Sagitario y profundo Acuario. Entre diciembre y profundo enero, por ahí, en aproximación, sus ojos construirán un sólo horizonte de luz….
30 de Septiembre, 2010
Vuelo de Caracas a La Paz.
Gunnary Prado