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lunes, 4 de abril de 2011

Fin de la historia de finales de siglo.


Hubo una historia de fin de año… era un invierno prometedor.
Estábamos completamente emocionados…
Había palabras en el aire que fluían,
había una franca campaña de seducción.
No pensábamos.
No dudábamos.
No perdíamos.
Sólo soñábamos en un idilio sorprendente.

Así poco a poco unas murallas a nuestro alrededor crecieron fervorosamente
Y sin pensarlo estábamos soñando con nuestra boda y testamento más allá de nuestra tierra.
Esa boca que beso por primera vez.
Que aliento tan refrescante, que sueño tan prometedor
Como ya dije era un fin de año que no podría volver a repetirse.

Todos los días a partir de ahí, el encuentro era fulminante,
las sonrisas eran de oro y el amor era precioso.
Con cada paso que no era en comunión,
crecía una nueva enramada en nuestras murallas de Sodoma
que se convirtieron en testigos del pecado
que dulcemente consumaban mis manos, mi cuerpo, mi mirada, mis besos
en cada límite y puerto de tu ser. 

Luna tras luna.

Hasta que un día la razón perdió terreno
Ya éramos presos de pasión de un arrebato espantado
De balas de presos que boicotean el fusilamiento

Yo no quise…
Tú tampoco…
Sin embargo, el hundimiento se fue haciendo concreto
No había islas, ni sueños, ni brazos, ni quejidos
Sólo eran miradas que no tenían conciencia de mi labor
Eran palabras que no tenían cesta en mi corazón.

Se fracturó, se perpetró la crueldad en papel
Al igual que las palomas y las magnolias lo hicieron en tiempos de seducción.

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